Haciendo un repaso a los medios de comunicación de masas en España y su papel en la difusión de mensajes sesgados y manipulados llego a la conclusión de que los ciudadanos nos encontramos completamente indefensos ante el bombardeo incesante de mensajes que desvirtúan las informaciones importantes que toda sociedad democrática debería de conocer. Lo que comunmente se ha venido llamando manipulación informativa. La información está manipulada, sesgada, troceada y vuelta a trocear en la mayoría de las noticias que escuchamos o leemos al cabo del día. En esto no hay mucha novedad, es algo que siempre ha sucedido: la prensa al servicio de los intereses de magnates, banqueros y grupos de presión políticos de toda índole. Por tanto, nada nuevo bajo el sol.
Pero el problema es que ahora disponemos de una cantidad de medios como nunca en la historia de la humanidad se había dado. Hay tantos y tan diversos que hubo estudiosos que llegaron a decir que se había acabado la manipulación del poder mediante la información controlada por los poderosos porque por un medio o por otro nosotros, los que nos informamos, podríamos encontrar algún medio independiente, imparcial o acorde a nuestra línea ideológica que nos permitiera saber, conocer la verdad. Saber, auténticamente, lo que estaba pasando. Y nada más lejos de la realidad, oigan.
Veamos: es cierto que ahora tenemos un número de medios infinitamente superior al que habíamos conocido históricamente. Ya no hablo de la prensa escrita sino de la televisión fundamentalmente. Hasta el inicio de los años 90 del pasado siglo tan sólo había un único canal de televisión en España: Televisión Española. Evidentemente, el poder de manipulación con un sólo canal al servicio del poder político que gobernara en ese momento podía ser infinito, muy grande, y lo era efectivamente. Sin embargo observamos que después de la ampliación de medios, de todo tipo, incluso podemos hablar de los digitales, el poder sigue controlando de forma férrea las informaciones, no tanto las opiniones, que también.
Es cierto que hay ciertas plataformas que son emisoras de noticias, como la Agencia EFE, agencia estatal, controlada por el gobierno de España o Europa Press. De ahí parten la mayoría de noticias que vemos en los telediarios o en la prensa escrita y digital. Esto sin contar con el poder de los potentes grupos editoriales que pueden ser dueños de diversos diarios de papel, electrónicos o televisivos. Es el caso del grupo PRISA ( El País, Canal +, Cadena Ser, Santillana, etc), Vocento ( ABC, El Correo, La Verdad, Net TV, XL Semanal), Unidad Editorial ( El Mundo, Marca, Marca TV, etc.), Planeta ( La Razón, Antena 3, La Sexta, Onda Cero, Europa FM, etc) y el grupo COPE ( propiedad de la iglesia católica, Cadena COPE radio, 13TV, etc). A estos habría que añadir los mal llamados medios públicos, es decir, los controlados por los diferentes partidos políticos en el gobierno de cada administración pública, ya sea la nacional ( RTVE, fundamentalmente), las autonómicas ( TV3, Canal 9, Canal Sur, etc.) o las locales, también con sus medios subvencionados con dinero público ( vomitivo ver algunas televisiones a sueldo de diputaciones y ayuntamientos, harían sonrojar al mismo Goebels).
Cierto que hubo un intento de despolitizar la Radio Televisión Española mediante el nombramiento de su equipo directivo por mayoría de 2/3 en su consejo de administración, no obstante formado por periodistas o personal elegido por los partidos políticos según el resultado de las elecciones, lo que hacía casi imposible nombrar a una directiva afín a uno de los dos grandes partidos y así se mantuvo hasta la última reforma del PP donde ya solo es necesaria la mayoría absoluta ( más del 50%). Pero no dejaba de ser un medio que tenía una dirección nombrada por políticos, aunque menos daba una piedra y podíamos tener una radio-televisión pública que permitía a sus profesionales trabajar con independencia, al margen de su escoramiento político personal, pero actuando con honestidad. Eso se ha perdido en estos momentos.
En definitiva nos encontramos con muchos medios pero con muchas noticias reemitidas de igual manera, con un sesgo ideológico muy marcado según quién sea el propietario de ese medio. Incluso se da la paradoja de un grupo editorial que tiene diversos medios con tendencias opuestas o divergentes ( el caso de Planeta, con La Razón y La Sexta es paradigmático). La “pela”, es la “pela”, como dicen los catalanes, aunque en este, como en otros casos, también priman intereses políticos. Pero lo que a mi me interesaba resaltar en este artículo era la falta de pluralismo. Y puede resultar difícil de entender. ¿ Cómo es que usted denuncia falta de pluralismo cuando jamás ha habido tal cantidad de medios al alcance de la ciudadanía y tan divergentes en opinión?. Pues sí, es cierto, hay muchísimos medios, pero una única CLASE PERIODÍSTICA, y este es el quid de la cuestión.
UN EJEMPLO: LAS TERTULIAS. LA CASTA PERIODÍSTICA.
Para que vean si es cierto lo que digo sólo hace falta asomarse a los diferentes medios, de distintas ideologías, de diferentes grupos editoriales ( el propio Hearst jamás pudo imaginar tal control de la información en una sociedad tan abierta). Si cogemos el mando a distancia veremos un sinfín de tertulias, desde la mañana, pasando por el horario infantil y hasta bien entrada la madrugada con una característica común: la repetición de los tertulianos, en diferente orden, en la casi totalidad de medios. Pongas la cadena que pongas encontrarás a los mismos. Incluso podemos hablar de tertulias presuntamente menos manipuladas que otras, en las cuales hay dos tertulianos de derechas y dos de izquierdas. “Haberlas haylas”, pero por lo general suelen ser tertulias sesgadas, donde se abordan temas que favorecen a uno u otro partido político, que tiene auténticas legiones de periodistas en nómina, que repiten las consignas que ese partido o grupo de presión utiliza. Y después estarían las tertulias de las que yo llamaría de “café”, verdaderamente sectarias, en donde parece que sólo tengan cabida periodistas de una línea ideológica y, como accidentalmente, para disimular, para hacer ver que es plural ( NO HAY NINGUNA PLURAL EN ESPAÑA) colocan a un periodista del otro bando pero al que, como es lógico, no le dan coba, o sea, no le dejan intervenir o lo pisan continuamente, rompiendo su mensaje ( algo que el citado Goebels ya patentó en su día).
Verdaderamente ha habido una explosión de tertulias políticas pero que nada aportan en definitiva, porque no hay ninguna imparcial. La gran mayoría son de derechas o con mensajes claramente neoconservadores con el concurso de algún “progresista” de salón, que chincha un poco al resto. No hay tertulias auténticamente plurales dejándonos en el recuerdo aquellas claves de Balbín en TVE que, sindo cadena única, poseía programas con una pluralidad que ya quisieran ahora medios que se autodenominan independientes. Y solo hay que acudir a You Tube y buscar La Clave para darse cuenta de la pluralidad que existía, abordándose temas que podían molestar a diversos sectores ideológicos del espectro político contemporáneo. Todo eso se ha perdido.
Las tertulias dan mucha pena, cuando no asco a un televidente que trate de informarse sin tener un prejuicio establecido previamente. El paradigma sería El Gato al Agua, de Intereconomía al que ya han copiado otras cadenas de su ideología, hasta en el nombre ” El cascabel al gato”. Son auténticamente vomitivas, no por lo que dicen sus tertulianos, que a veces es interesante, sino por la repetición de mensajes sesgados y emitidos previamente por el partido político al que sirven. Hay muy pocos periodistas independientes, que realmente expresan su auténtica opinión. La mayoría engordan su nómina con colaboraciones en estas tristes y lamentables reuniones de pseudoperiodistas y en otras ocasiones malviven de tertulia en tertulia repitiendo eslogans.
A veces nos encontramos con programas de actualidad en el cual aparecen mini-tertulias en las que se debaten determinados asuntos de actualidad. Los hay bastante buenos, aunque, por desgracia, siempre aparece un personaje que rompe el debate, que lanza mensajes provocadores para desviar la atención y que el televidente se acabe mareando, no entendiendo nada o, en el mejor de los casos, cambiando de canal. Es el caso del señor Francisco Marhuenda, director del brutalmente manipulado diario La Razón, que bien podría titularse La Sinrazón. Este señor coloniza una serie de tertulias en las que lanza siempre el mismo mensaje de defensa de los poderes establecidos, el “aquí no pasa nada” o el ” todo esto lo arreglará Mariano Rajoy”, sin ningún rubor, a pesar de que le chillen o insulten. Y yo me pregunto si es un provocador y le pagan por ello o realmente cree lo que dice, lo cual sería aún peor, puesto que solo dice sandeces sin sentido alguno, denigrando cualquier atisbo de avance social.
Pero es solo un caso puntual, muy lamentable, por indigno, pero no único ni unívoco. Igualmente aparecen periodistas, la mayoría de una edad provecta, con más de 30 años de profesión, que se dedican a esta labor. No se conforman con dirigir un periódico o escribir en 3 o 4 diarios, a veces de tendencias encontradas y decir el mismo eslogan matizado para obtener un plus a su nómina. Y este es el auténtico cáncer del periodismo y el quid de la cuestión que quería tratar, el hundimiento, la corrupción, la ignominia de la CLASE PERIODÍSTICA. Al igual que denigramos ( los ciudadanos) a la clase política hay que hacer un hueco para la crítica del desastre al que nos ha conducido una generación agotada en sus mensajes, aburrida, repetitiva, vergonzosa yo diría.
Son esos periodistas que vivieron la Transición, que la alabaron hasta límites insospechados y que ahora, a la vista de su fracaso y queriendo conservar su poder de influencia, ocupando multitud de puestos en las denostadas tertulias, continúan machaconamente introduciendo su mensaje anticuado y fuera de época. Pero ahí siguen, porque tienen poder, han ganado influencia y sirven muy bien a los mismos intereses a los que servían durante el cambio del Franquismo a la Democracia. Son bien conocidos y no hace falta ni citarlos. Están lo mismo en el gato, el cascabel, la noche en 24 horas o más vale tarde. Repiten, como decía, los mismos eslóganes desde la transición y no están dispuestos a reconocer su agotamiento, su fracaso, tratando de desacreditar a cualquier movimiento social que se atreva a discrepar de asuntos tan espinosos como la monarquía, los partidos y sindicatos estatales o la pérdida de derechos sociales.
Estos son los que más me irritan ya que ponen en evidencia la necesidad de una RENOVACIÓN urgente también en este campo. De hecho un buen eslogan sería: “No nos sentimos informados por vosotros” o “jubilaos y dejar a las nuevas generaciones que hagan su trabajo”. Porque esa es otra, no dejan paso, bloquean el acceso a miles de licenciados en periodismo en paro que podrían aportar savia nueva en el mundo del periodismo y que, como máximo, deben esperar en algún medio digital durmiendo el sueño de los justos. Es necesario, por tanto, una renovación de las caras y también de los mensajes, que sean claros, aunque no gusten a los partidos, que sean valientes e independientes. Se que puede sonar a utopía, pero otra clase periodística es posible y necesaria. Gente valiente que no tengan la vida asegurada en 5 o 6 tertulias a la semana, como los de la casta. Porque han llegado a formar una casta que está enquistada, como la política, y que conviene ir dejándola atrás.
Aquello de la transparencia que exigíamos a los partidos políticos en esta partitocracia, que no democracia, debemos también exigírselo a los Mass-media o medios de comunicación de masas. Aquí me refiero fundamentalmente a la televisión, la radio y, en menor medida, a la prensa escrita y digital. El orden no es baladí: la mayor parte de los mensajes nos llegan por los informativos de televisión y es por este medio por el que una gran mayoría de españoles se informa, esto en el caso de que se informen porque habría que estudiar que porcentaje de la ciudadanía vive al día sin saber prácticamente nada de lo que pasa o de manera muy superficial, aunque este sería tema de otro artículo.
No consumir información nacional, dejad que se hundan, estos grupos de información están arruinados, yo me informo por internet lo tengo todo a la alcance de un clic y la prensa extranjera es más veraz aunque en algunos asuntos no están del todo informados de lo que ocurre en España , dejad que los medios nacionales se arruinen con el régimen, necesitamos despertad y movilizarnos o al menos por favor no votad a partidos corruptos, la sociedad española perdona estas conductas y son reelegidos continuamente, espero que esta crisis abra las conciencias de estos ciudadanos que votan sistemáticamente a la corrupción una y otra vez, por nuestro futuro y nuestros hijos no votad a ninguno de estos castigarles con lo que más les duele la pérdida del poder, ni PP ni PSOE que no gobiernen nunca más, espero que las próximas elecciones aparezca una alternativa nueva que ayude al país a ser un país decente limpio de corrupción con esto me conformo, podrán ser más o menos acertados pero decentes y dignos de nuestra confianza, ser de una vez por todas un país avanzado como soñamos ser después de la dictadura y que esta clase policía ha arruinado nuestro sueño democrático, con más del pasado, con nuestro voto podemos cambiarlo todo, castigad a los corruptos.
desgraciadamente la solución es compleja: no podemos dejar de ver estos telediarios manipulados ( yo si lo hago), me refiero a que la gran mayoría va a seguir recibiendo la información por ahí. Lo ideal sería que hubiesen más medios que fuesen plurales y así habría más posibilidad de informarse por distintos canales y no solo por los de derechas, que son la inmensa mayoría ( solo la sexta es de izquierdas en este momento).