Me hace mucha gracia escuchar a muchos periodistas cómplices de la corrupción, por su silencio de décadas a sabiendas de los robos de la monarquía y sus alrededores partitocráticos hablar últimamente, sobre todo, no nos engañemos, desde las elecciones de Mayo y sus consecuencias, sobre lo sensibilizada que está ahora la sociedad española contra los políticos corruptos. Que antes lo tolerábamos y que ahora hemos dicho basta y esto ya no tiene ya un pase. Que si ya no soportamos más la corrupción, que si hace falta una regeneración. Nos toman por imbéciles integrales, por lelos, por idiotas.
La palabra regeneración, salpicada de esa tomadura de pelo para disminuídos intelectuales que pretenden llamar “ley de transparencia“, como si no fueran suficientemente transparentes los latrocinios de 35 años de ignominia, en boca de los sinvergüenzas que pululan en tertulias de la peor estofa resulta un insulto a la inteligencia. ¿Regenerar el qué?. ¿Regenerar un basurero?.¿Acaso no olería siempre mal, por mucho que lo limpiásemos?. Esta gentuza, para empezar, podría jubilarse, retirarse e irse a su casita. Algunos llevan mamando de la teta pública y bancaria durante décadas. No daré nombres pero están en boca de todos. Son esos que aparecen en cadenas y radios subvencionados en muchas ocasiones indirectamente con fondos públicos aunque ellos mismos nos vendan la moto del liberalismo y de que la libertad de información se garantiza mejor a través de la iniciativa privada.
Se atreven los desgraciados a dar lecciones de moralidad, a lanzar proclamas enardecidas sobre la necesidad de limpieza y de ética. Ellos, los que han guardado en sus cajones tantos “dossiers” comprometedores, lacayos de los intereses más expúreos de lo peor de la sociedad, se erigen ahora en representantes de la pulcritud y la democracia. Esos que acosan a los líderes opositores con cualquier pequeña contradicción o error de principiante, esos que actuan en ocasiones sin recibir órdenes de arriba porque ellos ya están muchos años arriba y porque sus autocensuras y taras ideológicas son tan potentes que son capaces de emitir por sus boquitas discursos mitineros que ni el mejor jefe de prensa de uno de esos partidos podridos sería capaz de vomitar.
¿Ya no soportamos más la corrupción?. ¿De verdad?. Desde luego un gran porcentaje, en torno a la mitad de la población mayor de edad parece que sí porque van a seguir votando a los corruptos mayores del reino: el PP, partido corrupto hasta la médula y el PSOE que con el tema de los ERES ya tiene bastante que callar en este aspecto. El acuerdo para no publicar los viajes de sus “señorías” es suficientemente esclarecedor en este sentido, altamente “transparente” con sus intenciones. Y sin embargo todo apunta, según las últimas encuestas que manejan, que pueden obtener todavía cerca del 50% del voto. A estas alturas del partido resulta una ignominia que personas que se consideren ciudadanos voten a estos partidos. Son borregos, algunos más instruidos que otros, muchos dignísimos economistas, empresarios de éxito que prefieren, como siempre en nuestra historia lo malo conocido. Borregos en definitiva, serviles, miedosos, conservadores aunque lo que haya que conservar sean los excrementos políticos de un sistema de mierda. El miedo al cambio como fuerza de hegemonía, sería un bonito título para un ensayo gramsciano sobre la sociedad española.
Hola Luis, tienes arte para escribir no hay duda. Discrepo en el titulo, no me toman por imbécil ni me lo merezco. Mira una queja mia, en general la gente aprueba al mensajero porque esta trabajando, no tiene la culpa. Es decir el hombre que coloco una preferente no tiene culpa porque asi se lo mandaron. De tal forma que si fuera mercenario y matara a alguien por dinero no tendría que pagar el crimen porque lo hago por trabajo, jiji. Pues bueno antes o después tendremos que empezar a machacar a los mensajeros, eh? O cargamos contra el jefe de los mensajeros? tu que dices.
Bueno es lo de la obediencia debida, el debate de Hanna Arendt y compañía. En el fondo hay que comer, eso lo entiendo. Pero si que hay algunos periodistas veteranos que supongo que ya habrán hecho un patrimonio y que dan asco por no decir algo peor verlos en debates y hasta dirigiendo periódicos sin lectores. Esa élite es la que hay que combatir, no el periodista de calle que acaba de empezar aunque siga las consignas de su amo. Saludos.