Hace más de año y medio escribí aquí que caminábamos hacia el monopartidismo. Me refería en concreto a que, al contrario de lo que la mayoría de analistas opinaba, pensaba yo que el PP acabaría gobernando y que la fragmentación de las izquierdas permitiría a ese partido continuar en el poder durante algún tiempo más. Obviamente esta opinión se sostenía por la constatación de que Izquierda Unida y Podemos no eran capaces de llegar a un acuerdo a nivel nacional, eran casi irreconciliables. En cuanto al PSOE, veía como se desinflaba hasta quedar en los  huesos. En parte se ha cumplido aquel vaticinio pero, no obstante, lo que si se vislumbra, lo que se palpa solo con poner la oreja en la barra del bar o en la frutería de debajo de casa (sí, todavía existen) es que la mayoría habla ya sin ser consciente de ello de un nuevo bipartidismo.

Y es que al final, tantos años de falta de cultura democrática y parlamentaria,  nos llevan a una difícil coexistencia con el multipartidismo. De hecho se escucha mencionar como algo negativo el propio concepto de “tripartito” o “cuatripartito”. Aquí lo que siempre ha gustado en un gobierno fuerte, monolítico. Por eso el bipartidismo es lo más cómodo para sociedades poco acostumbradas al pensamiento como la española. Aquí siempre ha funcionado mucho el consabido Barça- Madrid. En ese futuro bipartidismo el proyecto de Podemos, inestable, errático, disforme todavía puede no acabar saliendo adelante si no se sacude definitivamente ese nefasto giro hacia la socialdemocracia, fracasada ya en prácticamente la Europa entera.

Parece claro que el PP, ese partido podrido hasta el tuétano, tiene un suelo bastante sólido. La gente de más edad y algunos más jóvenes, muchos de ellos nostálgicos del franquismo, no van a cambiar su voto así como así. En varios foros en los que participo he podido comprobar que los acérrimos a ese partido suelen hablar bien de la dictadura, incluso aunque no la hayan vivido y sean conscientes de las masacres por ella perpetrada. No es que los 8 millones de votantes sean neofranquistas pero una gran base electoral de ese partido sí que lo es. No es por tanto de extrañar que no les importe la corrupción masiva de esa “organización creada para delinquir“ (en palabras de la justicia) puesto que votan “contra” los de Podemos, creyendo que estos son comunistas, los principales enemigos del régimen de Franco.

Son sabedores de lo corrupto que era el Franquismo pero eso a ellos les trae al pairo, puesto que su idea básica es la de un gobierno autoritario que garantice la unidad a toda costa (son, en general, bastante nacionalistas) y un orden público digamos “riguroso”. Por eso no les molesta la “ley mordaza”, sino que la aplauden con las orejas.

Por tanto nos vamos a encontrar con un gran partido de la derecha, por un lado, que sufriendo un desgaste considerable no se hundirá en los próximos tiempos, fracasada parece la vía Rivera (aunque este pueda llegar algún día a ministro) y con Podemos “sorpasando” (horrible término que pronto engrosará el DRAE) al viejo y anquilosado PSOE. Por lo que pronto volveremos  a ese desastroso bipartidismo, a un duelo de “podemistas” (o “podemitas” como todos los que lo desprecian denominan) contra “pudridistas” (por lo de podrido, que no se me ofendan sus votantes anósmicos). Se percibe en la calle, en especial en las gentes de bien, las de la banderita y la chapita del Domund y de rastro “reto”. Las que de verdad se preocupan por nuestro bienestar.

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*imagen: J.L. Mora