En los últimos dos años ha tomado relevancia en los medios la especulación bajista contra empresas cotizadas, normalmente bancos, o contra bonos soberanos. La especulación bajista (ponerse corto) consiste en vender las mencionadas acciones o bonos sin tenerlos, esperando a que bajen de precio para recomprarlos más baratos e ingresar el beneficio resultante. Los malvadísimos especuladores hacen esto cuando tienen expectativa de que las acciones o los bonos vayan a bajar.
Esta actividad tiene una peculiaridad, y es que estos especuladores están forzados a comprar tarde o temprano si quieren cerrar su operación. Y para el que piense que esta es una actividad donde se gana dinero fácil, nada más lejos de la realidad. ¡Los riesgos son elevadísimos!, para muestra un botón: Las enormes pérdidas que sufrió el multimillonario alemán Adolf Merckle por especular contra las acciones de Volkswagen en 2009. Por eso los especuladores no se ponen cortos sobre cualquier activo, menos aun si es un activo solvente porque les puede llevar a la más absoluta de las ruinas.
Pues bien, hay otra modalidad mucho más habitual de hacer exactamente la misma operación, pero en vez de hacerlo contra bonos o acciones, lo hacemos contra la moneda. Esa operación es sencillamente endeudarse. Vendemos una moneda que no tenemos a cambio de, por ejemplo una casa, unas acciones u otra divisa. Esperando que el valor de la moneda en la que nos hemos endeudado baje con respecto a la casa, las acciones o la divisa en cuestión y así embolsarnos la diferencia. Hipotecarnos para comprar una casa es sinónimo de ¡¡ponernos cortos!! en la moneda en cuestión, es especular a la baja contra la moneda exactamente igual que hacen los especuladores cuando venden bonos soberanos en descubierto. O simplemente el que vende moneda para comprar una casa a modo de inversión, en cierto modo huye de la moneda por temor a que sus ahorros mengüen.
No es necesario que la casa incremente su valor, también nos sirve con que la moneda se devalúe contra la casa, y eso se produciría si más gente hace lo mismo que yo, porque al endeudarse introducen muchas más monedas en el sistema y por tanto al haber más cantidad, su valor baja. ¿Esto de ganar por el simple hecho de que todo el mundo haga lo mismo que yo, suena a burbuja, verdad?. Si, suena por que lo es en toda regla. Es de hecho la burbuja que genera el resto de burbujas que suelen identificarse habitualmente (inmobiliaria, .com, materias primas, tulipanes, etc) y que son tan solo síntomas de la primera.
Pues bien, ¿Que pasa si tenemos una moneda sistemáticamente débil, que continuamente pierde valor? Pues que fomentamos que todo el mundo adopte posiciones cortas contra ella. No ya sofisticados especuladores de Wall Street, si no cualquiera lo puede hacer, porque es suficiente ir al banco pedir un préstamo y comprar el activo de nuestra preferencia (inmuebles, oro, joyas, acciones, etc…). ¿Que estamos fomentando?: El endeudamiento masivo, la especulación sistemática contra la moneda. ¿Para que producir si puedo ganar dinero especulando contra la moneda?
¿Y cual es el resultado de todo esto? Pues como todo el mundo se endeuda, y cuanto más nos endeudamos más moneda hay en circulación, su precio baja y alimenta endeudamiento adicional. Un circulo vicioso que solo puede llevar a una burbuja de crédito, que será más grande cuanto más tiempo dure la situación.
Esto mismo es lo que fomentan todos aquellos que propugnan la emisión de más moneda y la devaluación para resolver la crisis que padecemos. Si señor, una gran solución. Esto es lo que se han conseguido los últimos 40 años con esa actitud:
Que recuerde ese fue el método que usaron los judíos en la república de Weimar. Se endeudaban en marcos y compraban francos suizos que usaban para pagar sus deudas y poder repetir la jugadita. El resto de alemanes que no estaban tan duchos, se acordaron de esto unos años más tarde y les hicieron pagar, pasándose un pueblo o dos…
Manuel, no acabo de verlo. Los bancos prestan teniendo en cuenta la expectativa de inflación, luego el incentivo es el mismo haya o no inflación. Otra cosa es si hay una inflación inesperada, como pasó en España en 1974-1980, en que los bancos y los ahorradores sí que pringaron, y de hecho se produjo una de las mayores crisis financieras de la Historia como consecuencia.
Los tipos de interés que cobran los bancos tienden a no incluir toda la inflación “oficial”, y menos aun la inflación real, les interesa mucho que los pasivos tiendan a perder valor.
Al Banco le importa bastante poco que el principal devuelto valga menos, porque lo prestado no sale de sus fondos propios. A un banco que solo intermedia crédito (no lo otorga) le es suficiente con que el prestamista le devuelva las mismas unidades monetarias que prestó. No importa mucho que valgan menos, porque el banco va dando de baja las amortizaciones de principal, no se las queda. Su ingreso son los intereses, eso si, intentará cobrar unos intereses próximos al mercado, pero no trasladan totalmente la prima de inflación.
Sin embargo, si hacemos el mismo ejercicio con una deflación moderada, nos damos cuenta de que el negocio bancario de reserva fraccionaria se complica muchísimo porque los pasivos “crecen” y las personas son mucho más reacias a pedir prestado, la morosidad se dispara, y los márgenes de los intereses bajan muchísimo. Por la eso deflación hace quebrar tantos bancos (bancos en régimen de reserva fraccionaria, claro).
Una moneda débil es lo que quiere la élite banquera. La inflación, la devaluación, es ponerles una alfombra roja.
La deflación es la consecuencia inevitable del abuso del endeudamiento. No podemos pretender hinchar un globo de forma indefinida y pretender que nunca estalle.
El banco y el deudor salen ganando con inflación, y eso lo financia el que se queda con la moneda. ¿Suelen compensar los intereses de un plazo fijo la inflación? ¿Y los de una cuenta corriente?
El pato lo paga el tenedor de moneda. Es la patata caliente que nadie quiere, por eso lo mejor no es solo no tenerla, sino deberla.