En los movimientos y organizaciones políticas nacidos a rebufo del 15M se habla continuamente de democracia radical, de la participación del ciudadano de a pie en la política, en la toma de las decisiones por las que se verá afectado. Se habla, se habla y no se para, de una “nueva política”. Pero, ¿en qué consiste esa “nueva política”? ¿en la mera aparición de nuevos partidos?.
¿Qué hay de nuevo? ¿Qué se hace? Parece que no gran cosa, aparte de apelar a la ¿participación? de la ciudadanía. En los discursos, claro. Porque en cuanto a hechos la participación parece reducirse al voto y, todo lo más, a la contribución financiera y de “mano de obra” de los nuevos partidos y sus campañas. Y en esto no parece que se distinga nada de la “vieja” política. Las decisiones las toman unos pocos elegidos.
La participación de los ciudadanos, tan demandada (de boquilla) por los nuevos partidos, la participación real (propuestas, debates, toma de decisiones) también los asusta a ellos. ¿Decisiones ciudadanas?¡Vade retro! ¡A saber lo que decide el populacho! No vaya a ser que tome decisiones que no gusten a los que mandan.
Y en esas andamos, Y asi estamos. Y lo que nos queda. Esperando que nos dejen participar, esperando que la nueva política se haga carne y se eche a andar. (Puede que ya se haya puesto a caminar, pero no nos enteramos porque va por la misma senda de la vieja).
Los nuevos partidos siguen con los mismos conceptos, clichés y tics de los viejos. En busca del voto perdido. Con discursos que gusten al votante. Ahí tenemos el problema: seguimos siendo votantes. Lo de ciudadanos con derecho a participar se queda en meras palabras. Cuentos para ciudadanos infantilizados, disminuidos, sin capacidades. La nueva política, ¿dónde?, ¿para cuándo?
Es hora de abrir las mentes y tirar de la cadena para que se vayan por el sumidero los clichés de la vieja política. Y echarse a andar. Porque (para la nueva política) no hay camino, se hace camino al andar.
La nueva política no va a aparecerse por arte de magia, de milagro. Para conseguir hacer realidad la nueva política hay que ponerse a ello. Hay que atreverse a dejar participar (proponer, debatir, decidir) a los ciudadanos, a todos los que quieran hacerlo. Será complicado, difícil, arriesgado. Habrá tropiezos, caídas, obstáculos. No sabemos bien ni cómo hacerlo. Pero no nos queda otra. Echarnos a andar sin conocer aún nuestras fuerzas, nuestras capacidades. Confiando en que las tenemos, en que podemos conseguirlo. Confiando los unos en los otros, en el mutuo apoyo. Con el atrevimiento y constancia de los niños pequeños cuando se echan a andar. Porque se aprende a andar haciéndolo. Tropezando, cayendo y volviéndose a levantar. Venciendo el miedo. Hasta conseguirlo.
Y hay que empezar por las propias organizaciones. ¿Cómo convencer a los ciudadanos si dentro de las propias organizaciones no fomentamos y llevamos a cabo una verdadera participación?
Las nuevas organizaciones no pueden limitarse a ser partidos políticos, una maquinaria para conseguir votos. O ya habrán fracasado, por más asientos que consigan en las instituciones. Serán simplemente el recambio de las anteriores. Habrán cambiado los culos en los asientos para que nada cambie. Los ciudadanos seguiremos perdiendo.
Una cosa es segura: para conseguirlo será imprescindible darle a los ciudadanos una información veraz. Hay que dejar de ocultar la realidad, de decir solamente aquello que sabemos que quieren oir. Hay que decirles la verdad de las cosas. Aunque no dé votos. Aunque los quite.